En el panorama financiero actual, una tendencia emergente redefine las estrategias de tesorería en empresas cotizadas: la inclusión de criptoactivos como Bitcoin (BTC), Ethereum (ETH), XRP y TON en sus balances. A diferencia de los activos tradicionales, estos activos digitales permiten un modelo de negocio centrado en la acumulación y exposición a su valor, no en los ingresos operativos.
Este enfoque difiere significativamente de la tenencia de oro o bienes raíces, que tradicionalmente enfrentan limitaciones regulatorias y operativas. La flexibilidad de los activos digitales, junto con su potencial de apreciación y rendimientos por staking, los convierte en instrumentos atractivos para las empresas que buscan una nueva forma de capitalización y visibilidad en los mercados públicos.
El cambio de paradigma en la estrategia corporativa
El caso de MicroStrategy (anteriormente Strategy’s) es un claro ejemplo de esta transformación. De ser una firma de inteligencia empresarial, evolucionó para convertirse en un vehículo de inversión centrado en Bitcoin, demostrando cómo una empresa puede reconfigurar su identidad alrededor de un activo digital. Este modelo prioriza la especulación y la exposición al activo sobre la generación de ingresos operativos tradicionales.
- Sharplink Gaming: Fue la primera empresa estadounidense cotizada en posicionar Ethereum como un activo central de su tesorería.
- BitMine: Ha superado las tenencias de Ethereum de Sharplink, consolidando esta tendencia.
- Compañías ligadas a TON: Han surgido en mercados extranjeros, replicando este modelo de acumulación de tokens como estrategia principal.
Estas compañías comparten una estrategia estructural: recaudan capital, lo convierten en activos digitales y operan como un proxy accesible para esas tenencias. Su atractivo radica en la alineación con los ciclos de las criptomonedas y la especulación minorista, funcionando como envolturas de activos que permiten a los inversores acceder a monedas digitales volátiles a través de mercados de valores tradicionales.
Limitaciones de los activos tradicionales en la tesorería corporativa
Los activos financieros tradicionales como el oro y los bienes raíces no se prestan al mismo modelo de tesorería por varias razones:
El oro y las regulaciones
La simple tenencia de oro como propósito corporativo sin operaciones comerciales activas puede desencadenar la clasificación bajo la Ley de Compañías de Inversión de 1940 en Estados Unidos. Esta designación implica un escrutinio regulatorio similar al de un fondo, que la mayoría de las empresas prefieren evitar. Además, la existencia de ETFs de oro como GLD hace que las empresas dedicadas exclusivamente a la tenencia de oro sean redundantes. La falta de rendimiento y el menor impacto narrativo del oro limitan su utilidad como mecanismo de branding.
Bienes raíces y sus particularidades
Aunque los REITs (Real Estate Investment Trusts) ofrecen un marco estandarizado para la inversión pública en bienes raíces, están sujetos a estrictos requisitos de distribución y pruebas de ingresos. Su objetivo principal es ofrecer rendimiento, no especulación, lo que impide su potencial memético o de branding comparable al de los criptoactivos.
Incluso acciones y materias primas, aunque presentes en carteras de conglomerados como Berkshire Hathaway, deben estar directamente vinculadas a estrategias operacionales y no pueden ser abstractas en una identidad de tesorería sin romper la coherencia legal o narrativa.
Ventajas multifacéticas de los activos digitales en tesorería
Los criptoactivos rompen con los moldes establecidos para la gestión de tesorería debido a una combinación única de factores:
Beneficios clave:
- Ambigüedad regulatoria: Permite cierta libertad en la estructuración de estas operaciones.
- Potencial especulativo: Ofrecen un alto potencial de revalorización.
- Rendimientos por staking y airdrops: Generan ingresos adicionales pasivos.
- Incentivos basados en tokens: Fomentan la participación en ecosistemas.
Holding ETH, por ejemplo, no solo genera exposición al activo, sino también recompensas por staking, credibilidad en el ecosistema y posibles airdrops. En el caso de tokens como TON, las empresas logran una alineación directa con narrativas comunitarias, intereses de desarrolladores y el crecimiento del ecosistema de Capa 1.
Estas ventajas son tanto técnicas como financieras, y ninguna categoría de activo tradicional ofrece un paquete similar. Así, las empresas cotizadas que actúan como vehículos de tenencia para ETH o TON se asemejan a los ETFs, pero sin la carga regulatoria correspondiente. También recuerdan a las inversiones de capital riesgo en etapa inicial, pero con liquidez diaria y divulgaciones públicas.
Para los inversores minoristas, estas compañías operan de manera similar a las meme stocks, pero con reservas de cripto tangibles que respaldan la narrativa. Aunque una entidad como “The Ethereum Holding Company” podría haber sonado absurda, hoy es una formación estratégica muy real.
Desafíos regulatorios y perspectivas futuras
A pesar de su atractivo, estas compañías se encuentran en una zona gris regulatoria. Si la SEC (Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU.) u organismos equivalentes deciden tratarlas como fondos de inversión de facto, el riesgo de clasificación aumentaría. A medida que el marco regulatorio se defina, las empresas que sostienen activos digitales como su principal propuesta de valor podrían verse presionadas a evolucionar hacia entidades operativas verdaderas o a escindir sus tenencias.
Sin embargo, mientras persista la ambigüedad regulatoria, este modelo seguirá siendo viable, funcionando como una laguna estructural que transforma la exposición a criptoactivos en un modelo de negocio rentable. A diferencia del oro o los bienes raíces, los tokens pueden funcionar como tesorería y narrativa, ofreciendo potencial de apreciación, rendimiento y relevancia en un solo paquete.