En el marco de la celebración del centenario del Banco de México (Banxico) en el ITAM, reconocidas figuras de la política monetaria mexicana, como Agustín Carstens, Guillermo Ortiz y Alejandro Díaz de León, compartieron su visión crítica sobre las criptomonedas. A pesar de los avances tecnológicos en el sector financiero, hubo un consenso en que los criptoactivos no cumplen con las funciones esenciales del dinero y presentan riesgos significativos para la estabilidad económica, acentuando la necesidad de una regulación exhaustiva.
El debate subraya una preocupación creciente entre los bancos centrales a nivel global respecto a la proliferación de divisas digitales privadas y su potencial impacto en la soberanía monetaria y la confianza pública en el sistema financiero tradicional.
La perspectiva de Agustín Carstens: el caos del dinero privado
Agustín Carstens, actual gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS), enfatizó los peligros históricos asociados a la creación de dinero privado. Carstens, con su vasta experiencia en finanzas internacionales, hizo un recorrido por episodios históricos —desde el siglo XVI hasta la Revolución Mexicana— donde la emisión de monedas paralelas resultó en desorden monetario e hiperinflación.
Su principal argumento radica en la incapacidad de las criptomonedas, como Bitcoin, para cumplir con las tres funciones fundamentales del dinero:
- Depósito de valor: la extrema volatilidad de las criptomonedas impide utilizarlas como un activo para preservar la riqueza a lo largo del tiempo.
- Medio de cambio: la fluctuación constante de su valor dificulta su uso en transacciones cotidianas.
- Unidad de cuenta: la falta de estabilidad en su cotización impide que sirvan como una medida estándar para fijar precios.
Carstens manifestó que la principal motivación detrás de la creación de dinero privado es la búsqueda de lucro, un objetivo que entra en conflicto directo con la misión de la moneda soberana de garantizar la estabilidad económica. “El problema del dinero creado privadamente es que se crea con el objetivo de utilidades […] eso ha generado desorden monetario al grado que en México terminamos en una hiperinflación en la Revolución. Esto ha sucedido desde el siglo XVI en todo el mundo”, sentenció Carstens, según declaraciones recogidas por medios especializados.
Guillermo Ortiz y Alejandro Díaz de León: innovación con regulación
Por otro lado, la postura de Guillermo Ortiz, otro exgobernador de Banxico, fue más pragmática. Reconoció el valor de la innovación tecnológica en los sistemas de pago. Mencionó ejemplos exitosos como el Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) en México o el PIX en Brasil, plataformas que han demostrado la capacidad de la tecnología para reducir costos transaccionales y fomentar la inclusión financiera.
No obstante, su escepticismo hacia las criptomonedas se mantuvo, aunque subrayó la importancia de integrar la tecnología en el sistema financiero formal para mejorar, entre otras cosas, la seguridad de las transacciones. “No soy creyente de las criptomonedas ni creo que los bancos centrales tengan que emitir sus propios bitcoins. Pero tenemos que aceptar que hay cambios tecnológicos que avanzan con enorme velocidad y que pueden aumentar la seguridad de las transacciones”, afirmó Ortiz.
Alejandro Díaz de León, también exgobernador de Banxico, introdujo una distinción crucial entre los criptoactivos altamente especulativos y las stablecoins. Describió a estas últimas como “monederos respaldados uno a uno con dinero del banco central”, lo que les confiere una mayor estabilidad. Sin embargo, enfatizó la necesidad inminente de una regulación estricta para las stablecoins, con el fin de mitigar los riesgos inherentes que podrían afectar la estabilidad del sistema financiero.
Díaz de León reiteró la misión fundamental de los bancos centrales: asegurar la confianza en la moneda, modernizar los sistemas de pago y ofrecer opciones seguras para los consumidores. “Los criptoactivos son activos muy volátiles que no cumplen con las funciones del dinero”, sentenció, haciendo eco de la postura de Carstens.
El papel de los bancos centrales frente a la disrupción digital
Los tres exgobernadores de Banxico reafirmaron el papel irremplazable de los bancos centrales en la provisión de dinero confiable y estable. Aunque la irrupción de las nuevas tecnologías plantea desafíos significativos al sistema financiero tradicional, todos coincidieron en que la adaptación es inevitable. Carstens señaló una deficiencia en la banca tradicional al no ofrecer aún una representación digital del dinero que satisfaga plenamente las expectativas de los usuarios.
Por su parte, Ortiz y Díaz de León resaltaron cómo las plataformas digitales reguladas pueden incrementar la transparencia de las transacciones y reducir el uso de efectivo, lo cual contribuye a la prevención del lavado de dinero y otras actividades ilícitas.
En este contexto, el mensaje central fue claro: la innovación tecnológica es bienvenida y necesaria, pero siempre debe desarrollarse dentro de un marco regulatorio robusto. Dicho marco es esencial para preservar la estabilidad del sistema financiero mexicano y, por extensión, la confianza pública en la moneda nacional.
La postura de estos exgobernadores refleja una tendencia global entre las autoridades financieras: un reconocimiento de la inevitable evolución tecnológica, pero con una firme exigencia de marcos regulatorios que protejan a los usuarios y la estabilidad económica frente a los riesgos inherentes de los activos digitales.