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Colapso del dólar: por qué la caída no significa el triunfo automático de Bitcoin

El colapso del dólar: ¿Un camino directo hacia la hiperbitcoinización?

La reciente y acelerada depreciación del dólar estadounidense ha revitalizado las esperanzas de muchos entusiastas de Bitcoin sobre una inminente «hiperbitcoinización». Este concepto postula una adopción masiva y casi total de Bitcoin como moneda global ante el fracaso de las divisas fiduciarias. No obstante, un examen más detenido revela que el declive del dólar no garantiza la victoria de Bitcoin; por el contrario, podría desencadenar un escenario de caos generalizado y disrupción social.

Fernando Nikolic, ex vicepresidente de Blockstream y conocedor de primera mano de las turbulencias financieras en Argentina, advierte a la comunidad Bitcoiner sobre los peligros de anhelar el colapso del sistema fiduciario. Su experiencia pone de manifiesto una cruda realidad: «Los Bitcoiners que celebran el colapso del dólar no comprenden lo que están pidiendo… No es liberación; es tu abuela comiendo comida para gatos porque sus ahorros se evaporaron… La muerte del dólar no hace que Bitcoin gane».

En situaciones de colapso monetario genuino, el valor se traslada a bienes de primera necesidad, como alimentos, medicamentos o incluso municiones, en lugar de activos digitales. Numerosos estadounidenses, que fantasean con una transición sencilla hacia una economía basada en Bitcoin, carecen de la experiencia directa de un desmoronamiento social profundo. Nikolic enfatiza que la realidad de tal evento es mucho más caótica de lo que muchos imaginan, y que las consecuencias estarían lejos de ser bienvenidas.

Síntomas de un sistema fiduciario bajo presión en Estados Unidos

La economía estadounidense muestra signos alarmantes de tensión. El mercado inmobiliario, por ejemplo, ha alcanzado niveles sin precedentes en cuanto a su inaccesibilidad. Para 2025, los precios medios de las viviendas alcanzaron nuevos récords, requiriendo el doble de ingresos para adquirir una casa unifamiliar en comparación con 2019, una cifra que ilustra una creciente desigualdad. El ratio precio-ingreso se encuentra en máximos históricos, haciendo que la propiedad sea más inalcanzable que nunca. Millones de inquilinos destinan entre el 30% y el 50% de sus ingresos al alquiler, lo que genera una presión significativa en sus finanzas personales.

El desequilibrio entre los salarios y el aumento de los costos de la vivienda excluye a un gran número de posibles compradores, exacerbando las tensiones sociales y económicas.

A esta preocupante situación se suma el incremento del desempleo, que en agosto de 2025 alcanzó el 4,3%, el nivel más alto desde finales de 2021. La subutilización laboral más amplia se situó en un 8,1%. Estas cifras, aunque pueden parecer modestas, reflejan la dificultad de un mercado laboral para seguir el ritmo de la inflación y la persistencia de salarios reales estancados, lo que impacta directamente en el poder adquisitivo de los ciudadanos.

La deuda nacional y sus implicaciones

En este contexto de aumento del desempleo y de los precios de la vivienda, la deuda nacional de Estados Unidos superó los 37 billones de dólares en agosto de 2025, una cifra que duplica el tamaño de la producción económica total del país. Los costos de endeudamiento están en ascenso, y el pago de intereses ha superado incluso los gastos de defensa.

Las proyecciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso indican que este nivel de deuda se alcanzó cinco años antes de lo previsto, debido principalmente a los préstamos generados durante la pandemia y el aumento del gasto social. Un crecimiento de la deuda de un billón de dólares cada cinco meses es insostenible y amenaza con ejercer una presión alcista sobre las tasas de interés, desplazando la inversión privada y afectando de manera crítica la estabilidad económica a largo plazo.

Cuando el dinero fiduciario fracasa, Bitcoin no gana automáticamente

El índice del dólar ha experimentado una caída superior al 10% frente a otras divisas importantes en el transcurso del año, marcando el descenso más pronunciado desde 1973. Esta depreciación se vincula a una serie de factores, como políticas económicas erráticas, tendencias proteccionistas y expansivas reducciones fiscales que han afectado la confianza en la moneda estadounidense.

A medida que el dólar pierde valor, los precios de los productos importados aumentan, mermando el poder adquisitivo de los ciudadanos estadounidenses, agravando la inflación y ejerciendo una presión adicional sobre los presupuestos familiares. Esta depreciación agudiza aún más las dificultades en el mercado de la vivienda, el empleo y la gestión de la deuda, lo que contribuye a la fragilidad sistémica de la economía.

Todos estos indicadores económicos delinean un panorama sombrío de las bases de la economía estadounidense, considerada a menudo como un barómetro global. Si, discutiblemente, una de las monedas más robustas del mundo se encuentra bajo tal presión, ¿qué implicaciones tiene esto para la integridad del sistema fiduciario en su conjunto?

Aunque muchos defensores de Bitcoin proclaman que «Bitcoin lo arregla todo», la idea de la hiperbitcoinización —la noción de que la gente adoptará Bitcoin masivamente cuando el dinero fiduciario colapse— se presenta como una fantasía peligrosa. Ignora las lecciones de la historia y las realidades sociales. Cuando las monedas nacionales se derrumban, la confianza colectiva se desvanece, y las necesidades básicas de supervivencia eclipsan cualquier ideal abstracto.

El testimonio de Nikolic, fundamentado en la vivencia del colapso monetario en Argentina, expone la ingenuidad de quienes esperan «liberación». Un colapso monetario de tal magnitud conlleva pobreza, inestabilidad crónica y sufrimiento generalizado. El caos financiero afecta con mayor dureza a los sectores más vulnerables de la sociedad, mientras que las redes de seguridad social y las normas de mercado se desintegran. Aunque Bitcoin puede ofrecer una alternativa digital a la inflación, la eventual «muerte» del dólar no augura libertad financiera, sino más bien desastre y miseria para la mayoría de la población.