El fenómeno de las empresas tecnológicas dominantes
Un análisis detallado de las cotizaciones bursátiles de las acciones conocidas como las “Magníficas 7” (Mag 7s) revela una tendencia ascendente constante. Sin embargo, al comparar este desempeño con el de otras acciones del mercado, emerge un patrón aún más revelador. Mientras que cientos de empresas mantienen una trayectoria relativamente plana, las ‘Magníficas 7’ experimentan un ascenso pronunciado, similar a escalar una cima formidable. Este contraste sugiere una transformación económica fundamental, donde la economía tradicional, o ‘legado’, está cediendo terreno ante el avance imparable de la economía digital.
Esta visión es compartida por figuras influyentes como Balaji Srinivasan, fundador de The Network State y defensor de Bitcoin, quien argumenta que el sistema económico tradicional está siendo eclipsado por la preponderancia de la economía de internet. La migración de actividades offline a online es un motor clave de esta reconfiguración, impactando drásticamente el valor y el potencial de crecimiento de las empresas en diversos sectores.
La interconexión estratégica de gigantes tecnológicos
Patrick Collison, CEO de Stripe, ha observado una dinámica de crecimiento similar en empresas aparentemente dispares como Google, Apple y Microsoft. A pesar de operar en segmentos de negocio distintos, estas compañías exhiben trayectorias de crecimiento semejantes. Srinivasan atribuye esta confluencia de éxito a un cambio secular hacia el internet, donde casi cualquier interacción o actividad que históricamente se realizaba de manera presencial, ahora se canaliza a través de plataformas tecnológicas. Esta digitalización masiva no solo expande el alcance de estas empresas, sino que también las convierte en infraestructuras esenciales para la vida cotidiana.
La profunda transformación hacia el paradigma digital
La expresión “cambio secular” denota una alteración estructural y permanente en la economía. En este contexto, se refiere a la incesante migración de la actividad económica del ámbito físico al digital, un proceso que lleva décadas en curso y que se ha acelerado notablemente. Desde la compra de alimentos y las transacciones financieras hasta la interacción social y el teletrabajo, la digitalización, potenciada significativamente por eventos como la pandemia de COVID-19, se ha consolidado como el principal canal para el comercio y la comunicación global.
La tesis de Srinivasan, que postula que “el internet se traga el mundo”, se materializa en la noción de que las empresas tecnológicas no solo están en expansión, sino que se están convirtiendo en el entramado fundamental de nuestra existencia. Sectores tradicionales como los bienes raíces, la banca y la manufactura están siendo sistemáticamente reestructurados, digitalizados o incluso sustituidos por soluciones basadas en software. Esta transformación permite una escalabilidad, eficiencia y un alcance global sin precedentes, redefiniendo las reglas de juego para todos los actores económicos.
No es innovación, es replataformización
Lo que observamos no es un mero ciclo de innovación, sino una replataformización integral. Las empresas que antes no compartían similitudes ahora exhiben patrones de crecimiento o contracción paralelos porque pertenecen al mismo ecosistema digital que avanza o se estanca con la adopción de internet. El mundo offline se contrae, mientras que la economía de internet expande su influencia para llenar ese vacío.
Para los inversores y emprendedores, la implicación es clara: invertir en lo digital o enfrentar el riesgo de la obsolescencia. Los patrones de crecimiento convergente en industrias dispares demuestran que la penetración de internet es ahora el factor determinante del destino económico. Las empresas tecnológicas, con sus potentes efectos de red y sus raíles digitales, se posicionan como intermediarios clave en casi todas las actividades, reforzando la dinámica de “el ganador se lleva la mayor parte” que caracteriza los mercados actuales.
Esta tendencia conlleva también importantes implicaciones para los responsables de políticas públicas. A medida que más aspectos de la vida se integran en plataformas digitales, la brecha digital se amplificará, a menos que se implementen intervenciones deliberadas para mitigar esta división. El costo de no estar conectado o de carecer de acceso a la infraestructura digital se vuelve cada vez mayor en una sociedad que se digitaliza a pasos agigantados.
La trayectoria de las acciones de las “Magníficas 7”, con un énfasis particular en Google, Microsoft y Apple, ilumina un futuro en el que la mayor parte de la actividad humana se procesa a través de software. Este nuevo mundo no está siendo impulsado por una innovación aislada, sino por una migración universal e irreversible del espacio físico al ciberespacio, una realidad que se hace evidente en los gráficos de mercado y que promete una tendencia cada vez más pronunciada.