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El efecto Cantillon y Bitcoin: ¿beneficios concentrados o riqueza distribuida?

La irrupción de Bitcoin en el panorama financiero global ha generado un debate profundo sobre su capacidad para transformar la distribución de la riqueza. Mientras algunos defienden su potencial inherente para democratizar el acceso a nuevos activos, otros argumentan que, al igual que los sistemas monetarios tradicionales, podría estar replicando patrones de concentración de la riqueza, favoreciendo a los primeros y más grandes adoptantes. Este fenómeno se analiza a menudo a través del prisma del efecto Cantillon, un concepto económico que cobra nueva relevancia en la era de los activos digitales.

Entendiendo el efecto Cantillon en la economía tradicional

El efecto Cantillon, descrito por el economista irlandés Richard Cantillon en el siglo XVIII, postula que las nuevas inyecciones de dinero en una economía no se distribuyen de manera uniforme ni simultánea. En cambio, aquellos individuos o entidades que reciben el nuevo dinero en primer lugar son los más beneficiados. Esto se debe a que pueden gastar ese dinero antes de que los precios de los bienes y servicios se ajusten al alza debido al aumento de la oferta monetaria.

En un sistema fiduciario convencional, los bancos centrales tienen la capacidad de imprimir dinero, otorgando ventaja a los bancos comerciales, las grandes corporaciones y los actores financieros que tienen acceso directo a estos fondos recién creados. Estos agentes pueden invertir o adquirir activos a precios antiguos, mientras que el resto de la población experimenta una inflación gradual que erosionará su poder adquisitivo.

Bitcoin y la dinámica de la riqueza digital

Aunque Bitcoin opera bajo principios descentralizados y una política monetaria preestablecida, algunos analistas sugieren que podría exhibir su propia versión del efecto Cantillon. La distribución inicial de Bitcoin no se realizó de manera equitativa entre toda la población, sino que se concentró en:

  • Mineros tempranos: Aquellos que participaron en las primeras fases de minería de Bitcoin fueron recompensados con grandes cantidades de la criptomoneda cuando su valor era insignificante, o incluso nulo.
  • Adoptantes tempranos: Individuos y grupos que reconocieron el potencial de Bitcoin antes de su popularidad masiva tuvieron la oportunidad de acumular grandes volúmenes a precios extremadamente bajos.
  • Inversores institucionales: Más recientemente, con la creciente aceptación de Bitcoin, las grandes instituciones financieras y fondos de inversión han adquirido volúmenes significativos, a menudo con acceso a liquidez y estrategias que no están al alcance del inversor minorista promedio.

Esta dinámica ha llevado a una estructura de tenencia de Bitcoin donde una parte considerable de la oferta se encuentra en manos de un grupo relativamente pequeño de ‘ballenas’ (grandes tenedores). Cuando el valor de Bitcoin aumenta, estos grupos experimentan un incremento sustancial en su riqueza de manera desproporcionada.

Implicaciones a largo plazo para la distribución de la riqueza

La interrogante principal es si esta concentración inicial de Bitcoin implica que la criptomoneda está condenada a replicar las desigualdades de la riqueza del sistema financiero tradicional. Existen argumentos en ambos lados:

Argumentos a favor de la democratización

  • Acceso global: A diferencia de la banca tradicional, Bitcoin es accesible para cualquier persona con una conexión a internet, eliminando barreras geográficas y requisitos de identificación en muchos casos.
  • Fricción reducida: Las transacciones con Bitcoin son más rápidas y económicas que las transferencias internacionales tradicionales, lo que beneficia a comunidades no bancarizadas o sub-bancarizadas.
  • Programación monetaria transparente: La emisión de Bitcoin es finita y predecible, eliminando la politización de la oferta monetaria y la inflación arbitraria que a menudo afecta a las poblaciones más vulnerables.

Argumentos sobre la concentración de facto

  • Capital de entrada: La minería de Bitcoin requiere una inversión significativa en hardware y energía, lo que favorece a entidades con mayor capital.
  • Asimetría de información: Los primeros adoptantes y grandes inversores a menudo cuentan con mayor conocimiento técnico y de mercado.
  • Escala de inversión: Los inversores con mayores recursos pueden permitirse mantener Bitcoin a largo plazo, resistiendo la volatilidad y las caídas de precios que pueden obligar a los inversores minoristas a vender.

Conclusión: ¿Un instrumento de equidad o un espejo de la desigualdad?

Bitcoin, en su diseño, busca ser una moneda resistente a la censura y descentralizada, con un potencial innegable para empoderar a individuos y comunidades. Sin embargo, la forma en que se ha desarrollado su adopción y distribución plantea interrogantes sobre si el efecto Cantillon es una característica ineludible de cualquier sistema de creación de valor, incluso en el ámbito digital.

El verdadero impacto de Bitcoin en la distribución de la riqueza dependerá de cómo evolucione su adopción masiva. Si bien los primeros adoptantes han acumulado una riqueza considerable, la proliferación de casos de uso y la integración de Bitcoin en la economía global podrían, a largo plazo, diluir esta concentración inicial. Solo el tiempo dirá si Bitcoin se convierte en un símbolo de democratización financiera o si, irónicamente, refuerza las disparidades económicas, aunque sea a través de un nuevo paradigma.