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El espejismo del Layer 1: por qué el valor real supera la narrativa en cripto

En los mercados financieros, las startups han buscado tradicionalmente presentarse como empresas tecnológicas para atraer la misma valoración que estas. Este fenómeno, que ha afectado a grandes corporaciones en su intento de transformarse en fintechs o negocios de datos sin los fundamentos adecuados, se observa ahora en el ámbito de las criptomonedas. Ejemplos como WeWork o Marcus de Goldman Sachs demuestran cómo la falta de una base real puede llevar al colapso de narrativas infladas. Hoy, el ecosistema cripto enfrenta una crisis de identidad similar, con protocolos que buscan ser valorados como Layer 1 sin serlo.

Esta tendencia es especialmente visible en el espacio de las dApps de activos del mundo real (RWA), que se presentan como redes soberanas en busca de la ‘prima tecnológica’ asociada a los Layer 1. Sin embargo, esta prima no solo se basa en el total de valor bloqueado (TVL) o la generación de tarifas, sino en factores intrínsecos de la infraestructura de red.

La prima de los Layer 1 y sus fundamentos

Es innegable que existe una prima de valor para las redes Layer 1 como Ethereum, Solana y BNB Chain. Estas plataformas consistentemente obtienen multiplicadores de valoración más altos en relación con métricas como el TVL y la generación de tarifas. Este fenómeno se debe a una narrativa de mercado que privilegia la infraestructura sobre las aplicaciones y las plataformas sobre los productos. Esto es similar a cómo, en el mercado de valores, empresas de infraestructura como AWS o Microsoft Azure obtienen valoraciones superiores a los servicios especializados.

Mientras que muchos protocolos DeFi presentan un TVL considerable y una sólida generación de tarifas, a menudo no logran alcanzar capitalizaciones de mercado comparables. Los Layer 1, por su parte, atraen a los primeros usuarios mediante incentivos para validadores y economías de tokens nativos, para luego expandirse hacia ecosistemas de desarrolladores y aplicaciones.

Esta prima refleja la capacidad de los Layer 1 para la utilidad de tokens nativos, la coordinación del ecosistema y la extensibilidad a largo plazo. A medida que el volumen de tarifas crece, estas redes experimentan un aumento desproporcionado en la capitalización de mercado, esto señala que los inversores no solo valoran el uso actual, sino también el potencial futuro y los efectos de red compuestos. Este ciclo virtuoso, que va desde la adopción de infraestructura hasta el crecimiento del ecosistema, explica por qué estos activos digitales superan en valoración a las dApps, incluso cuando el rendimiento subyacente parece similar.

Los Layer 1 no son solo blockchains; son capas de coordinación para la computación descentralizada y la sincronización de estados. Apoyan una amplia gama de aplicaciones y activos. Sus tokens nativos acumulan valor a través de actividades básicas como tarifas de gas, staking y Valor Máximo Extraíble (MEV). Además, estos tokens incentivan a desarrolladores y usuarios, creando un ciclo de «efecto de red» que beneficia el crecimiento a largo plazo.

Appchains: una promesa, un desafío

A diferencia de los Layer 1, la mayoría de los protocolos cumplen funciones de producto único. Por lo tanto, añadir un conjunto de validadores no los convierte en Layer 1, sino que simplemente los disfraza con la óptica de infraestructura para justificar una valoración inflada. Es aquí donde entra en juego la tendencia de las appchains.

Las appchains permiten la creación de blockchains específicas para una aplicación o caso de uso particular, combinando la lógica de la aplicación con la del protocolo y una capa de liquidación en una pila integrada verticalmente. Prometen una mejor captura de tarifas, experiencia de usuario y ‘soberanía’. En algunos casos, como Hyperliquid, los resultados son significativos. Al controlar la pila completa, Hyperliquid ha logrado una ejecución rápida, una excelente interfaz de usuario y una generación de tarifas considerable sin depender de incentivos de tokens. Los desarrolladores pueden incluso implementar dApps en su Layer 1 subyacente, aprovechando su infraestructura de intercambio descentralizado de alto rendimiento.

Sin embargo, la mayoría de las appchains son simplemente protocolos que intentan cambiar su marca, con poca adopción y sin profundidad de ecosistema. Luchar en dos frentes —construir infraestructura y producto a la vez— sin el capital o el equipo necesario, generalmente resulta en un híbrido difuso que no es un Layer 1 de alto rendimiento, ni una dApp que defina una categoría.

El caso de los RWA: riesgo de la sobrevaloración

Los protocolos de RWA están cayendo en la misma trampa. Muchos se posicionan como infraestructura para las finanzas tokenizadas, pero sin una diferenciación significativa de los Layer 1 existentes o una adopción de usuarios sostenible. En el mejor de los casos, son productos integrados verticalmente sin una necesidad convincente de una capa de liquidación soberana. Peor aún, la mayoría no ha logrado la adecuación producto-mercado en su caso de uso principal. Así, adoptan narrativas infladas con la esperanza de justificar valoraciones que su economía no puede soportar.

Es crucial que los protocolos de RWA aprovechen primero los ecosistemas existentes de Layer 1, construyan una tracción de usuarios y desarrolladores que impulse el crecimiento de TVL, demuestren una generación de tarifas sostenible y solo entonces evolucionen hacia un modelo de infraestructura de appchain con un propósito y una estrategia claros. La utilidad y la economía de la aplicación subyacente deben preceder a la transición.

El camino hacia el valor real

El camino a seguir no es simular el estatus de infraestructura. Es asumir el papel de un producto o servicio y ejecutarlo de manera excepcional. Si un protocolo resuelve un problema real e impulsa un crecimiento significativo de TVL, esa es una base sólida. Pero el TVL por sí solo no garantiza el éxito de una appchain.

Lo que más importa es la actividad económica real: un TVL que impulse una generación sostenible de tarifas, retención de usuarios y una clara acumulación de valor para el token nativo. En última instancia, si los desarrolladores utilizan un protocolo porque es realmente útil, y no por su pretensión de ser infraestructura, el mercado lo recompensará. El estatus de plataforma se gana, no se reclama.

A medida que el ecosistema cripto madura, la niebla de las narrativas se disipa y los inversores se vuelven más perspicaces. Términos como ‘appchain’ y ‘Layer 1’ ya no captan la atención por sí solos. Sin una propuesta de valor clara, una economía de tokens sostenible y una trayectoria estratégica bien definida, los protocolos carecen de los elementos fundamentales necesarios para cualquier transición creíble hacia una infraestructura genuina. El mercado cripto necesita mejores productos para los RWA, y recompensará a quienes se enfoquen en su desarrollo con base en fundamentos.