El desafío del euro en el ecosistema de las stablecoins
El mercado de las stablecoins, un pilar fundamental en la economía digital, se inclina abrumadoramente hacia el dólar estadounidense. A pesar de que el euro ostenta una posición de privilegio en la economía global tradicional, su presencia en el ámbito de las monedas digitales es sorprendentemente marginal. Este desequilibrio genera inquietudes sobre la soberanía monetaria y la competitividad económica de Europa en un panorama financiero en constante evolución.
Según datos recientes, mientras que las stablecoins denominadas en dólares se acercan a una capitalización de mercado de 300.000 millones de dólares, sus homólogas en euros apenas superan los 450 millones de dólares. Esta cifra representa un ínfimo 0.15% del total del mercado de stablecoins, evidenciando una brecha significativa que podría tener implicaciones a largo plazo para la influencia del euro en el entorno digital.
La visión de los expertos y las preocupaciones del Banco Central Europeo
Desde diversas perspectivas, expertos como Eneko Knörr, CEO y Cofundador de Stabolut, han advertido sobre las posibles consecuencias de la actual regulación europea. Inicialmente, estas advertencias fueron consideradas alarmistas. Sin embargo, en la actualidad, las mismas preocupaciones resuenan en el seno del Banco Central Europeo (BCE). Jürgen Schaaf, asesor del BCE, ha calificado la situación del mercado de stablecoins en euros como “sombría” y ha expresado el riesgo de que Europa sea desplazada por competidores basados en el dólar, según lo reportado incluso por el Financial Times.
Resulta paradójico que, mientras las monedas no USD constituyen el 73% del PIB global, el 53% de las transacciones SWIFT y el 42% de las reservas de los bancos centrales, el euro digital se vea relegado a un mero “error de redondeo” en el ámbito digital. Este contraste subraya la urgencia de reevaluar las estrategias para fomentar la adopción y el desarrollo de stablecoins denominadas en euros.
MiCA y el efecto “freno de mano” para la innovación
La regulación de Mercados de Criptoactivos (MiCA), aunque concebida para aportar claridad y seguridad jurídica, ha generado un efecto secundario no deseado en el desarrollo de las stablecoins en euros. Si bien MiCA establece un marco para los Tokens de Dinero Electrónico (EMT), introduce una limitación que podría obstaculizar severamente el crecimiento de cualquier stablecoin en euros con ambiciones globales.
La principal restricción es el límite de 200 millones de euros en transacciones diarias para cualquier EMT considerado “significativo”. Esta medida, lejos de ser un accidente, parece ser intrínseca a la filosofía de MiCA, lo que dificulta que cualquier stablecoin privada en euros alcance una escala competitiva. Por ejemplo, Tether (USDT), la principal stablecoin en dólares, procesa rutinariamente más de 50.000 millones de dólares en volumen diario. Comparado con esto, un límite de 200 millones de euros no es una medida de seguridad, sino una barrera que hace inviable que una stablecoin en euros funcione con la magnitud necesaria para el comercio internacional o las finanzas descentralizadas (DeFi).
La motivación detrás de esta restricción parece ser la de allanar el camino para el proyecto de moneda digital del banco central (CBDC) de la Unión Europea, el euro digital, relegando la innovación del sector privado.
El euro digital: ¿amenaza a la privacidad ciudadana?
La estrategia de la UE de priorizar su CBDC sobre la innovación privada genera, además de una respuesta lenta a un mercado dinámico, preocupaciones fundamentales sobre la privacidad de los ciudadanos europeos. El dinero en efectivo tradicional ofrece anonimato, sin dejar rastro digital de las transacciones. En contraste, una CBDC movería todas las transacciones a un libro mayor digital centralizado, creando un sistema de vigilancia detallada. Esto podría otorgar al Estado el poder de monitorear, rastrear y potencialmente controlar cómo cada ciudadano administra su dinero. La construcción del futuro del euro sobre esta base podría implicar un sacrificio de la libertad financiera, lo que muchos ciudadanos considerarían inaceptable.
La carrera global y la postura europea
Mientras Bruselas se enfoca en establecer un entorno regulatorio restrictivo, otras economías importantes reconocen la importancia estratégica de las stablecoins emitidas de forma privada para proyectar su influencia monetaria en la era digital. Países como China, Japón y Estados Unidos están explorando activamente el papel de las stablecoins respaldadas por sus respectivas monedas, comprendiendo que la “guerra de las monedas digitales” se ganará empoderando la innovación privada, no centralizando el control. La postura actual de Europa la posiciona como un espectador en una carrera que debería liderar.
Un plan de acción para el euro digital
Para que el euro compita eficazmente en el mercado de stablecoins, es crucial que las políticas reguladoras tomen un giro radical. El objetivo no debe ser contener las stablecoins, sino transformar a la UE en el principal centro mundial para su emisión. Esto requiere una estrategia clara que reconozca que la innovación privada siempre superará las soluciones centralizadas. Un posible plan de acción para fomentar el liderazgo del euro incluye:
- Eliminar los límites de transacción: Es imperativo suprimir el restrictivo límite de 200 millones de euros. El mercado, y no los reguladores, debe determinar la escala y el éxito de cada proyecto. Al permitir que las stablecoins en euros crezcan sin techos artificiales, se les brindaría la oportunidad de competir a nivel global.
- Agilizar las licencias: Establecer un proceso de autorización paneuropeo acelerado para emisores calificados de EMT reduciría los tiempos de comercialización e incentivaría un ecosistema competitivo y vibrante.
- Replantear el proyecto de CBDC: Estados Unidos ha logrado una ventaja al priorizar la claridad regulatoria para los emisores privados, mientras difiere sus planes de CBDC minorista. Europa debería considerar este modelo. La cancelación formal del proyecto del euro digital, o al menos un replanteamiento de sus objetivos, permitiría reconocer los riesgos de privacidad que plantea y enfocar los esfuerzos en apoyar un mercado de stablecoins privadas floreciente, lo cual es la mejor estrategia para incrementar la influencia internacional del euro.
La elección actual es clara: Europa puede optar por mantener su camino hacia la irrelevancia digital autoimpuesta o liberar el potencial de sus innovadores para construir el futuro de las finanzas. Actualmente, ese futuro se está construyendo predominantemente con dólares digitales estadounidenses, y el tiempo apremia para modificar esta tendencia.