Impulso político hacia la tenencia soberana de Bitcoin
En un movimiento notable que señala una potencial evolución en la política financiera global, legisladores en diversas naciones están explorando activamente la posibilidad de establecer reservas nacionales de Bitcoin (BTC). Esta tendencia, emergente en economías avanzadas, sugiere un cambio de paradigma hacia la integración de activos digitales en las estrategias de diversificación de las arcas estatales. El 2 de octubre, miembros de la oposición sueca de los Demócratas de Suecia presentaron una moción parlamentaria instando al gobierno a considerar la creación de una reserva nacional de Bitcoin. Esta iniciativa se plantea como un complemento a las reservas existentes de coronas y oro, con una propuesta inicial de financiación que incluye criptomonedas incautadas. Además, la moción expresa un claro escepticismo sobre las monedas digitales de bancos centrales (CBDC).
Simultáneamente, en Estados Unidos, el representante Nick Begich reactivó su propuesta para una “Reserva Estratégica de Bitcoin”, haciendo referencia a la Ley BITCOIN reintroducida en marzo. Esta legislación plantea un camino de cinco años para adquirir hasta un millón de BTC a través de mecanismos “presupuestariamente neutrales”. La convergencia de estas señales políticas en ubicaciones geográficas distintas, dentro del mismo ciclo de noticias, indica un creciente interés en la exposición soberana a Bitcoin, lo que podría redefinir su papel en la economía global.
Potencial impacto de la adquisición estatal de Bitcoin
Si estas propuestas se materializan en acciones, el impacto en el mercado global de Bitcoin podría ser significativo. Una adquisición federal en EE. UU. de un millón de BTC representaría aproximadamente el 4.76% del suministro fijo total de Bitcoin, que es de 21 millones de unidades. A una valoración promedio de $120,000 por BTC, esta operación ascendería a unos $120 mil millones. Incluso una adquisición piloto de menor escala tendría el efecto mecánico de reducir la oferta líquida disponible, aumentar la escasez a largo plazo y restringir la flotación de activos para compradores privados, dinámicas que se han observado en acumulaciones estatales previas.
El Salvador, pionero en la adopción nacional de Bitcoin, ejemplifica cómo, incluso con una reserva relativamente pequeña (actualmente poco más de 6,260 BTC, equivalente al 0.03% del suministro total), la visibilidad de su tenencia ha legitimado la idea de la propiedad soberana de BTC ante los responsables políticos. La moción sueca no especifica un tamaño objetivo para su reserva, pero su lógica se alinea con otras propuestas internacionales, como la del gobernador del banco central checo, que sugirió asignar hasta el 5% de las reservas de divisas a Bitcoin. Esta acción por parte de la República Checa podría involucrar aproximadamente 7 mil millones de euros, o unas 63,000 BTC (al precio hipotético de $120,000), lo que equivaldría a un 0.3% del suministro total de Bitcoin.
Vías legislativas y financiación de las reservas de Bitcoin
Las señales políticas, aunque con distintas mecánicas legales, comparten un objetivo común. En Suecia, la moción pasaría por el Riksdag y, de ser aceptada por el gobierno, probablemente se remitiría al ministerio de finanzas y al banco central para un estudio de viabilidad, integrando Bitcoin en los marcos existentes de oro y divisas. En Estados Unidos, el Congreso puede legislar compras y gobernanza, apoyándose en la orden ejecutiva de marzo que estableció una reserva federal de Bitcoin y un inventario de activos digitales. La Ley BITCOIN propone financiar estas adquisiciones mediante remesas de la Reserva Federal y herramientas de reevaluación del balance, evitando así asignaciones presupuestarias directas.
Más allá de las iniciativas nacionales, experimentos subnacionales como el de New Hampshire, que autorizó invertir hasta el 5% de los fondos estatales en metales preciosos y activos digitales de gran capitalización, también influyen en el sentimiento del mercado. A nivel internacional, Pakistán ha establecido una reserva nacional como parte de un programa más amplio de minería y centros de datos. Aunque ninguna de estas iniciativas es comparable a la compra directa de BTC por parte de un banco central del G7, en conjunto, perfilan una tendencia clara de adopción. Es importante destacar que el gobierno federal de EE. UU. ya posee una cantidad considerable de BTC proveniente de decomisos, estimada en unas 200,000 BTC (casi el 1% del suministro total), según David Sacks, el “zar” cripto de la Casa Blanca. Formalizar una parte de estos activos como reservas estratégicas no crearía una “nueva” demanda, pero cambiaría su mandato, lo que podría alterar los patrones económicos globales.
Implicaciones a largo plazo para el mercado de Bitcoin y la economía global
Los pasos políticos que podrían transformar las relaciones macroeconómicas son directos y trascendentales. En primer lugar, se requiere una autoridad estatutaria para comprar y mantener Bitcoin como un activo de reserva, con mandatos claros para su custodia, auditoría y presentación de informes. Una vez que una soberanía paramount pueda adquirir Bitcoin de forma programática en lugar de oportunista, la absorción de la oferta se volverá predecible.
En segundo lugar, una regla de financiación, ya sean los mecanismos presupuestariamente neutrales propuestos en EE. UU. o las reglas de reequilibrio en Europa, automatizaría la oferta a lo largo de los ciclos económicos. En tercer lugar, una cadencia de divulgación similar a la de los datos de reservas de divisas permitiría a los mercados anclarse en informes soberanos programados. Si esto ocurre, la sensibilidad de Bitcoin a los rendimientos reales podría disminuir, ya que la “demanda política” reemplazaría parcialmente la “demanda por apetito de riesgo”, de manera similar a cómo las compras de oro por parte del sector oficial han atenuado la beta del oro a las tasas de interés.
Finalmente, directrices de gestión de reservas que permitan préstamos, swaps o provisión estratégica de liquidez integrarían Bitcoin en la infraestructura de las finanzas públicas, ampliando el conjunto de balances insensibles al precio en la oferta. El resultado inmediato es que una demanda soberana creíble tendería a debilitar la correlación inversa histórica entre BTC y los rendimientos reales durante las ventanas de acumulación, con la dirección y magnitud dependiendo del tamaño y la transparencia del programa.
Las propuestas actuales ofrecen una perspectiva clara sobre la escala de estos movimientos. La propuesta estadounidense involucraría el 4.76% del suministro de Bitcoin, mientras que la del gobernador checo capturaría el 0.3%. El éxito de estas iniciativas dependerá de si los parlamentos y el Congreso transforman los debates en autoridad de compra, reglas de financiación y divulgaciones que los mercados puedan modelar. Si lo logran, la revalorización de Bitcoin no solo se deberá a la compra por parte de gobiernos, sino también a una nueva clase de actores estructuralmente insensibles al precio que redefinirán cómo Bitcoin interactúa con los rendimientos reales, las divisas y los activos de riesgo.